viernes, 25 de marzo de 2011

HURGANDO EN EL RUIDO

(públicado en la revista bg)

Si uno es peatón en la ciudad, está expuesto a un montón de situaciones extremas que lo ponen en real peligro. Pero hay males que por su invisibilidad suelen ser más peligrosos para la salud que un eventual atropellamiento.
El hombre moderno por su carrera en pro de un esquivo confort, se ha visto de repente acorralado por las ciudades que ha creado, asfixiado por el smog y los desechos y también aturdido por el ruido resultante de un sistema industrial donde la acumulación es la ley.
El ruido es uno de los principales agresores del medio ambiente, actúa directamente sobre el oído pudiendo provocar daños en forma irreparable según sea su intensidad y tiempo de exposición.
Desde luego siempre nos queda la vaga ilusión de que con más leyes, reglamentos y mandatos se solucione este tipo de agresión.
Pero posiblemente alguien quiera poner fin al ruido proveniente de cualquier emisora de radio o equipo de sonido que indiscriminadamente emite una jugosa maraña de éxitos musicales que abarrotan las arterias de una ciudad en desorden.
Desde la trágica bachata del bus hasta el pulsante reguetón del puesto de ventas, mezclándose con unas guitarras metaleras en cualquier esquina, se va conformando una maraña de ruido ambiente que puede provocar serio malestar al ya confundido transeúnte.
Esta intrincada banda sonora representa la vida en la ciudad, una incesante búsqueda de medios para sobrevivir en medio de la precariedad y el caos, pero también dentro de la pluralidad y el deseo común de bienestar.
Es así que un fastidio cotidiano se convierte en herramienta de convivencia. Mas allá de gustos y modas, la música, convertida en funcional, nos ubica en el contexto del que la escucha, creándose códigos que permiten el intercambio social.
Este agresivo paisaje sonoro talvez nos está alertando de las deficiencias de la vida civilizada, del hacinamiento, así como de las verdaderas causas del atraso cultural que nos evita apartarnos de las limitaciones de la urbe.
Como dice el pensador argelino Jacques Attali: “la música es profética, la organización social es su eco”.
Hurgando en el ruido se puede encontrar la vitalidad de una ciudad cargada de miles de pasiones y necesidades. En los sonidos de la civilización están también las canciones de nuestras vidas.
EDGAR CASTELLANOS MOLINA

No hay comentarios:

Publicar un comentario